[ La madurez... ]
La base de IndiosSinDios -ISD-, se gestó una tarde de la primavera de 1991, cuando nos
reunimos a tomar café Luis Badenes (La Banda de Gaal, Glamour), Francisco José Galán
"TOMATE" (Tomates Eléctricos, Gabotti, Ceremonia), y
yo, en un garito del casco antiguo cerca de casa de
Luis. Ellos ya se conocían de antes, y yo había estado
tocando con Luis alguna tarde en plan improvisaciones
y recreaciones de temas clásicos. Me cayeron bien los
dos, aunque eran desde luego totalmente diferentes y
cada uno con una personalidad muy particular.
Quedamos en vernos para tocar, e ir montando los
temas que ambos tenían, y otros que irían
componiendo. Y ahí me convenció totalmente la historia.
Las canciones eran buenas, muy buenas. El estilo,
diferente del que yo venía tocando últimamente, más en
la onda del rock norteamericano de los 70 en la parte instrumental, con matices pop y glam
sobre todo en la forma de cantarlos.
Al principio, como todavía no teníamos ni bajo ni batería,
ensayábamos los 3 en casa de Luis. Cuando aquello empezó a
tomar cuerpo, buscamos un bajista, Javi Damiá (Falsa Pasión) y un
batería, Iván Hernandez (Los Cangrejos, La Rocka), con quién ya
había tocado en Terribles y N.E.S., y que aportó riqueza tímbrica y
variedad de matices a la hora de sonar, y nos fuimos a un local de la
calle Primado Reig donde ya habían ensayado Fanzine, Los Flacos,
Ceremonia, etc. La imagen del traslado, con un viejo R12 amarillo
de mi padre, con Tomate y sus melenas al viento, yo pelao
totalmente, los dos con chupa de cuero, y el asiento trasero
inexistente (se lo había comido la perra, literal), lleno hasta los topes
de guitarras y amplis, era de película de pandilleros que habían
dado un palo en algún local. No nos paró la policía por pura
distracción de la fatalidad. Acoplados ya allí, montamos un buen repertorio basado sobre
todo en la idea del directo.
Por aquel entonces, íbamos mucho al bar Brillante (en la calle Pintor Salvador Abril). Allí
había otra onda, tanto de gente como de músicos, muy distinta a la que había frecuentado
en los últimos años. También hubo cambio de bajista y batería, para variar. Era nuestro sino,
y entraron Javi Gil, y Vicente Medina (Controversia, Los Básicos, Renol 5, Moonfish), batería
con quién ya había tocado en Terribles y que aportó
contundencia y firmeza al sonido. Una locomotora. Tomate
y yo tocábamos con MARSHALL JCM 800 Super Led MK-
2, por supuesto, él con guitarras YAMAHA y TELECASTER,
y yo con mis ya habituales LES PAUL y STRATOCASTER.
Procurábamos combinar para aprovechar todos los matices
y posibilidades tímbricas y los papeles de rítmica o solista
que intercambiábamos constantemente, según lo pedían
los temas. Entonces ya ensayábamos en otro local, el viejo
ensayo de Terribles y de N.E.S., enfrente de Gasolinera. De
alguna forma, era como volver a casa. Ese local ha
formado y formará siempre parte de mi vida.
Era también la época de El Cairo, con Rober el Gato
dirigiendo el cotarro. Fue un tiempo de nuevas experiencias -de todo tipo-, en el que conocí a
mucha gente, músicos o no, que, junto con la música que hacía entonces, me aportaron una
sensación de madurez (había cumplido 40). En esta etapa musical disfruté como guitarrista,
como arreglista y como persona, con curiosas aventuras como un poco conocido bolo con
N.E.S., en un pueblo del interior, y Víctor Acnex (Interterror, La Resistencia) a la batería, en
el que hubo tales excesos que Berna acabó viendo a Dios en la oscuridad de un
descampado nocturno, intentando encontrar el camino de vuelta a la pensión.
En nuestra eterna búsqueda de bajista y batería, en el local probamos a muchos músicos, a
la espera de dar con la sección rítmica que más se acoplara al grupo, de una manera fija y
estable y con la idea de empezar a tocar en directo de una vez. Como bajistas pasaron
desde Paco Matallín (Railes, Doble Zero, Esgrima, Manía,
Desaparecidos, Io), que no se consideró identificado con el
proyecto, hasta Mingo Hernández (Acción Directa, Generación
77, Las Terribles, N.E.S.), quien consiguió que el grupo sonase
con la contundencia y la fuerza que siempre habíamos deseado,
pero... Como batería, apareció un curioso tipo llamado Emilio
Nadal (Los Canadienses, Capitán Sam), y con éste si que nos
quedamos. Se acopló rápidamente, tanto a nivel musical como
personal. En cambio, no conseguimos encontrar un bajista
definitivo, y éste fue uno de los problemas de ISD, la falta de un
bajo que diera la base, la corpulencia y el tipo de sonido que
buscábamos para el grupo.
Mientras pasaban todas estas cosas, habíamos grabado una maqueta, con 5 temas. La
hicimos en casa de Tomate, con un FOSTEX de 8 pistas. Tomate programó el bajo y la
percusión, tocó las acústicas de base, después él y yo grabamos las eléctricas y al final
metió Luis las voces, siendo doblado por una voz femenina, Alicia -una de las 2 "gaalettes"-
en la primera canción. La maqueta no fue del todo satisfactoria, ni mucho menos.
Básicamente falló la concepción global, los arreglos eran poco claros, lo que provocó que las
líneas melódicas y rítmicas fueran confusas y poco definidas, con un sonido apelmazado que
impedía escuchar todo lo que contenían las canciones, que,
en mi opinión eran muy buenas a la vez que de estilos muy
diferentes. Pero no les sacamos partido. Lástima, porque le
echamos horas e ilusión. Presentada ante algún medio
importante de la música en Valencia, no fue bien acogida. En
cualquier caso, la crítica era acertada y merecida.
Posteriormente, creo que en 2009, Tomate la digitalizó y
remasterizó, la trabajó y limpió a fondo quitando mucho de lo
que le sobraba a la original, sacándole en consecuencia
mucho más brillo y coherencia.
En cuanto a la valoración de los músicos que integrábamos
el grupo, ahí van algunas ideas. Hay una secuencia en la
película de Martin Scorsese "Shine a Light" (2008) sobre el
"A Bigger Bang Tour" de los Rolling Stones, en la que un
entrevistador hace a Keith Richards y a Ron Wood la
siguiente pregunta: "¿Quién es mejor guitarrista de los dos?".
Hay un silencio en el que ambos fuman, se miran, se
estudian, y al final Ron contesta: "Él sabe que yo", mientras
Keith sonríe y mira para otro lado. Pues bien, si esa pregunta
nos la hubieran hecho a Tomate y a mí, yo hubiera
contestado sin vacilar "Yo sé que él". Desde luego, no he
conocido otro guitarrista que llene tanto como Tomate. Y no sólo en la base armónica.
También en los fraseos, en los solos (tiene una buena técnica, mejor de la que él piensa), y
en el tipo de sonido, por no hablar de su enorme constancia para el trabajo y de su
incansable búsqueda de mejoras en las canciones, hasta dejarlas absolutamente redondas.
De hecho, en los temas que aportaba Luis, yo encontraba sitio enseguida para arreglos y
para mi parte guitarrística, pero en las canciones de Tomate me costaba bastante pillar
hueco y buscarme la vida.
A Emilio Nadal no lo prohijamos porque fuera un forofo de los Beatles, o porque le gustara el
fútbol (hincha del Levante U.D.), ni porque tuviera un pastor belga llamado "Ringo", ni porque
viviera en Godella ni porque tenía aquella forma de tocar el "charles" de manera plana, como
si estuviera untando la mantequilla. No. Nos lo quedamos por su estilo interpretativo global.
Es uno de los bateros que mejor maneja el color instrumental (su juego de platos es
impecable), sobrio y discreto a la hora de los redobles, pero a la vez terriblemente eficaz en
los breaks, con los que siempre marcaba los cambios de estrofa, puentes, estribillos o finales
de manera elegante y creativa. Hacedor nato de ambientes sonoros, su otra gran virtud es la
métrica. Marcaba el tempo según aquella regla que siempre me enseñó mi padre, por la cual
cuando crees que vas a tiempo, es que vas demasiado rápido, tirando de los demás, y solo
vas a tiempo de verdad cuando "parece" que vas ligeramente retrasado. Muy a lo Ringo
Starr, a quien admira (y yo), sigue a la perfección aquel viejo principio que dice que, en
música, menos es más.
Se puede apreciar lo que digo tanto de Tomate como de Emilio en los ensayos que hicimos a
trío en el viejo local enfrente de Gasolinera, con temas exclusivamente de Tomate, ya en la
última época (para mí) del grupo.
Luis Badenes es muy buen cantante. Da el tipo a la perfección, alguien dijo de él que era el
mejor "front man" de la escena musical valenciana. Además, su experiencia por los grupos
en los que ha estado le hacen controlar el producto, siendo, como Tomate, un excelente
autor de canciones, y con un especial matiz para los textos -de hecho, todas las letras de los
temas de ISD son suyas-. En todo este proceso de trabajo sobre el grupo, en el que he oído
los temas una y otra vez para clasificar, ordenar, y mejorar el sonido de las grabaciones
originales en cinta, he podido apreciar mejor sus letras y considerarlo un buen contador de
historias, así como valorar la originalidad de sus líneas melódicas. Desde el punto de vista
vocal, tiene un timbre muy personal y sugerente, con buena técnica y giros expresivos llenos
de matices. Además, también es riguroso a la hora de trabajar y exigente en el resultado final
del producto. Siempre he pensado en él más como solista que como cantante de grupo,
aunque fuera capaz de adaptarse (y lo demostró) a ambas situaciones. En este sentido, es
heredero tanto del pop-rock americano y británico de los últimos 70 como del tecno de los
primeros 80, y siempre con un matiz glam que hace de él uno de los cantantes más
elegantes con los que he trabajado.
Creo que para él (y para todos), IndiosSinDios fue una estupenda aventura, donde nos
dejamos lo mejor de nosotros mismos, pero que como todos los sueños acabó
convirtiéndose en señales de humo.
Si estás interesado en descargar alguno de estos temas,
tan solo escríbeme un email (pedales@elguitarristavirtual.com)
y con mucho gusto te facilitaré un enlace para que puedas hacerlo.
No me siento extranjero en ningún lugar